Hombres. Hombres blancos. Hombres blancos de avanzada edad. Hombres blancos de avanzada edad con misiles. Los tienen y los quieren usar. Para ver que pasa. Para ver si la potencia que dice el manual de instrucciones en 6 idiomas es cierta. Leer antes de lanzar, dice el adhesivo. Al menos lanzar un par de ellos para verlo en directo ¿no? Lo verán en sus despachos oficiales, mansiones o búnkeres con agua corriente y toallas 100% de algodón. Con membrete bordado y olor a suavizante. Búnkeres con servicio de habitaciones y televisión por satélite para seguir el rumbo de la nube radioactiva.
Los hombres blancos de avanzada edad con misiles juegan a la guerra. Les gusta mucho. Siempre hombres, no mujeres. A las mujeres no les gusta jugar a la guerra. Por eso no están en el poder. Y si quieren jugar las ponen de portero. Si no lanzan misiles no las queremos. Jugar a la guerra es cosa exclusiva de machos. Por eso se rodean de los suyos. Y entre ellos se intercambian cromos de armamento bélico. Y rellenan un album imaginario de Panini donde los Javelin antitanque americanos son los más codiciados.
Hombres blancos de avanzada edad con misiles, que juegan a la guerra y van de farol. A veces. Otras veces los muy hijos de puta no. Y lanzan sus misiles que matan civiles y militares imberbes por igual. Total, a ellos no les va a pasar nada. Por eso juegan a la guerra. Juegan a miles de kilómetros los unos de los otros con la seguridad de que sus sistemas anti aéreos no les traerá ninguna lluvia desagradable.
Y su juego cambia el devenir de todo el planeta. Sobre todo a los que les caen los misiles, a los que matan a quemarropa o a los que tanques los pasan por encima. También a los que se van corriendo esperando que alguien les abra los brazos y no el pecho a balazos. Y a los que les echan de su país y les dicen que en esa dirección está la salvación. Una mierda de salvación en casa de un enemigo invasor que no iba de farol.
También hay otros hombres blancos de avanzada edad que juegan de suplentes. Y llevan siempre un chaleco antibalas último modelo para hacerse fotos. Y visitan las ciudades arrasadas con el asfalto ya limpio de sangre. Para que se imaginen lo que allí ha pasado pero sin manchar las suelas de sus zapatos Sebago. La sangre en la moqueta del avión oficial se quita fatal.
Hombres blancos que llevan 225 días jugando a la guerra en streaming en todas las plataformas bélicas. Un gran aplauso para estos líderes mundiales. Un gran aplauso para estos hombres. Hombres blancos.